sábado, 10 de noviembre de 2007

Real, Muy Antigua y Venerable Cofradía de Ntro. Padre Jesús Nazareno de Arriate




Cofradía de los Jesuistas


RESEÑA HITÓRICA

Aunque no existe documento que acredite el inicio fundacional, la tradición oral nos dice que la cofradía de Ntro. Padre Jesús Nazareno, denominada popularmente como la “Cofradía de los Jesuistas” sur­gió en Arriate en la segunda mitad del siglo XVI. De hecho, no aparece en la relación del pago del Real Subsidio y Excusado de la Catedral de Málaga (impuesto que todas las hermandades, cofra­días o corporaciones religiosas estaban obligadas a pa­gar al obispado), o en cualquier otro registro, lo cual supone que no contaba con rango oficial y por ello no estaba obligada a tal pago (hecho común a va­rias cofradías).

No será hasta el siglo XVIII, coincidiendo con la datación de su imagen titular, que aparezcan los pri­meros testimonios documentales. El más antiguo, que precisamente habla de ésta, es la trascripción de un in­ventario de 1730 que el párroco D. Manuel de Hoyos insertó en las Constituciones de la hermandad de 1922; un inventario de bienes de la cofradía entre cuyas imá­genes y objetos sagrados se encontraba ya la sagrada imagen de Ntro. Padre Jesús Nazareno.

Teniendo en cuenta estos datos, lo más probable es que la cofradía se fundara en el transcurso del pri­mer cuarto del siglo XVIII, y que lo hiciera, como apuntan referentes históricos, documentales y orales, al amparo del patronazgo ejercido por los Marqueses de Moctezuma, Señores de Arriate, que, muy posible­mente, fueron los donantes de la excelente imagen de Jesús Nazareno en torno a la cual se organizó la cofra­día. Una escultura cuya calidad artística acarrearía un coste económico al que un pueblo de la entidad y ta­maño de Arriate no podría haber hecho frente.

La Real, Muy Antigua y Venerable Cofradía de Ntro. Padre Jesús, cuya denominación es producto de concesiones Reales, Episcopales y Pontificias en sus primeros tiempos, tiene como función concreta la asis­tencia a los moribundos, asegurar la sepultura cristiana en el cementerio a los miembros de la misma y la cele­bración de varias misas a favor de su alma, y como ob­jetivo general colaborar con la Iglesia Católica y luchar contra la expansión de la Religión Protestante, la cual, bajo el liderazgo de Lutero y especialmente de Calvino, luchó por la erradicación de la representación de Dios con imágenes.

Son muy pocos los datos conocidos de su antigua historia. En 1778, según reza en entrada anotada en li­bro de cuentas, recibió la cofradía la visita pastoral del Obispo de Málaga D. José Molina Larios, que reco­mendó al párroco D. Miguel Velasco la confección de un primer reglamento o estatuto para la cofradía, que hasta esta fecha carecería de él. Reglas para cuya con­fección fueron convocados los hermanos a un Cabildo en el que, además, se acordó la obligación de asistir a los entierros de los hermanos, el envío de alguna cera para el alumbrado del cadáver y la aplicación de una misa cantada y algunas rezadas por los hermanos vivos y difuntos; aspectos que confirman el carácter asisten­cial de la cofradía.

El 24 de febrero 1796 recibió, a instancias de D. Antonio García de la Cámara, Presbítero, Abogado de los Reales Consejos, Comisario y Consultor del Santa Oficio de la Inquisición, Gobernador y Vicario General del Obispado de Málaga, el que, hasta la fecha, es su mayor reconocimiento o prebenda; una bula de indul­gencias plenarias en beneficio de sus hermanos rubri­cada por el Pontífice Pío VI. Éstas se harían efectivas, siempre que el hermano estuviese confesado y comul­gado, en tres ocasiones: el día de su ingreso en la cofra­día, el día de la fiesta principal de instituto, y el día de su muerte.

Una cofradía que, como podemos comprobar en un estado de cuentas de 1809 conservado en su ar­chivo, se financiaba, además de con los medios usuales (cuotas luminarias y limosnas de los hermanos), con los fondos que recogía con su taza de pedir (demanda); una interesante y bella pieza de platería malagueña fe­chada a principios del siglo XIX que, común a muchas cofradías con fines asistenciales (aunque pocas la han conservado), se pasaba entre los asistentes a los cultos y también de casa en casa de manos del muñidor con el fin de recaudar fondos para financiar la cofradía y los enterramientos de sus miembros. Ingresos que, no obstante, no serían suficientes, pues se sumaban a los obtenidos con la venta de diversos bienes donados por los hermanos (embutidos, un borrego, trigo, un chivo, lana, pieles, etc.) y las escasas rentas que daba un pe­queño olivar, , propiedad de la cofradía (donación de un hermano); un extremo poco conocido que justifi­camos documentalmente en dos de las entradas reser­vadas a gastos de las citadas cuentas, en las que, textualmente, se refiere a “12 reales en arar el olivar del Señor” y “8 reales en recoger las aceitunas del olivar del Señor’

Avanzando entre los datos referentes a la cofradía acaecidos durante el siglo XIX, que no son muchos —salvando la relación de Mayordomos y su fecha de elección entre los años 1814 y 1830—, nos encontramos con dos noticias, las más relevantes que, fechadas el 9 de junio de 1817 y el 27 de septiembre de 1824, se re­fieren a sendas visitas del obispo de Málaga, D. Alonso Cañedo Vigil, en las que, siguiendo su respectivo orden cronológico, reconoció y aprobó los libros de Cabildos y Cuentas de la Cofradía.

Llegado el siglo XX la cofradía continuaría lle­vando a cabo sus cometidos sin cambios o hechos rele­vantes en su haber. El 20 de marzo de 1922, siendo párroco Manuel de Hoyos y mayordomo Rafael López Gómez, se aprobaron unos nuevos estatutos; la vida de la cofradía transcurría con normalidad. Pero llegó 1931, la Republica triunfaba en España dando paso a revuel­tas político-sociales que se cebarían con las institucio­nes eclesiásticas y religiosas. El 11 de mayo fue un día especialmente trágico, iglesias y conventos de toda Es­paña ardían a manos de grupos de exaltados. La parroquia de Arriate no estaba entre ellas; se salvó de las llamas, pero no del fuerte sentimiento anticlerical de aquellos años. Así, los años 1932 y 1933 la cofradía optó por no realizar sus habituales estaciones de penitencia por te­mor a las represalias que pudieran ocasionarse.

Apaciguados los ánimos y consolidada la nueva si­tuación política, Ntro. Padre Jesús Nazareno volvió a procesionar por las calles de Arriate en 1934, pero en febrero de 1936 se re­crudece la situación, que estalla definitivamente el 26 abril de aquel mismo año. Los elementos exaltados de la villa, alentados desde el balcón de una casa cercana a la iglesia por un diputado socialista apellidado Sar­miento, se dirigieron a San Juan de Letrán decididos a destruir la imagen más venerada de la villa, la de Ntro. Padre Jesús Nazareno, que, no obstante, y gracias a la devoción de un puñado de hermanos que pusieron en juego sus propias vidas, sobrevivió al ataque. Los he­chos que fueron recogidos el 15 de abril de 1937 en acta levantada por la cofradía, aún perduran en el recuerdo de muchos arriateños.


La venerada escultura de Ntro. Padre Jesús Naza­reno fue arrastrada hasta la puerta, separando su ben­dita cabeza del santísimo cuerpo a golpes que con grandes piedras le dieron, ocasionándole también des­trozos en las manos y piernas; en este triste estado fue recogido en la calle por la hermana de esta cofradía Dolores Serrano López, quien acompañada del tam­bién cofrade Manuel Márquez Gamarro, lo deposita­ron en una casa próxima a la iglesia, pero ante el temor de que asaltasen también la casa donde se encontraba decidimos trasladarlo a otra más lejana, y una noche del mes de mayo en complicidad con la oscuridad y si­lencio nocturno, para no ser descubiertos, fue trasla­dado por los hermanos Juan Sánchez Conde, Francisco Higuero, José Garrido Sánchez y Lorenzo Melgar Ga­llego al domicilio de éste último situado en calle Ronda número 45.

El 18 de julio de este mismo año nuevamente se vuelve a entrar en la iglesia al saqueo e incendio de cuanto anteriormente había quedado de imágenes y objetos, entre ellos los correspondientes a esta cofradía que son los siguientes: Simón Cirineo, un hermoso trono y un magnífico palio (estos dos últimos citados fueron adquiridos por la cofradía siendo hermano Ma­yor José Márquez Prieto), además tres cruces y seis candelabros, como así mismo todo el patrimonio artís­tico de nuestra iglesia.

Efectuaron las hordas registros en todas aquellas casas de familias religiosas donde sospecharon se pu­diese encontrar nuestra imagen, librándose de estos re­gistros solamente las de los cofrades Lorenzo Melgar Gallego, donde se encontraba el cuerpo, y la de Isabel Conde Becerra “viuda de Rafael Sánchez” que ocultaba la cabeza, quedando así patente lo que a nuestro juicio fue un portentoso milagro, ya que estas familias eran de significado fervor religioso.

Ntro. Padre Jesús Nazareno fue la única imagen que se salvó de entre las existentes en la parroquia de San Juan de Letrán. El resto, así como la mayor parte del patrimonio de la cofradía, ardieron a manos de los elementos incontrolados.

El 18 de septiembre de 1936, día en que las tropas del bando Nacional entraron en Arriate, se liberaron las diferentes partes en que quedó despiezado el Naza­reno. La cabeza se condujo, con total discreción, al do­micilio de Lorenzo Melgar, donde se guardaba el cuerpo. Una vez allí, fue el carpintero local, y cofrade, Rafael Serrano Higuero quién, en el más absoluto de los secretos, reensambló la cabeza al cuerpo y talló el dedo índice de la mano izquierdo que había perdido. Padre Jesús estaba listo para regresar a su iglesia, pero no lo haría hasta la madrugada del Jueves Santo de 1937; día en el que, tras permanecer oculto durante casi un año, recorrería de nuevo las calles de Arriate en un solemne Vía Crucis que lo conduciría de nuevo a su iglesia (ubicación que sólo abandonaría entre 1976 y 1978 por la Capilla de la Residencia de Ancianos por encontrarse ésta en obras). El pueblo entero se arremolinaba ante la puerta del do­micilio que intuían guardaba a la venerada imagen. Al rayar el alba, en la hora acostumbrada, se abrieron las puertas de la casa de Lorenzo Melgar; la sensación de todos era indescriptible, la plaza que se ubica ante di­cha casa era un mar de gente, y Arriate entero un río de lágrimas de emoción; el Nazareno, al que muchos cre­yeron perdido para siempre, se había salvado, y estaba de nuevo junto a su pueblo en la mañana del Jueves Santo.

A partir de aquel momento la cofradía retomó sus actividades con la normalidad acostumbra, pero te­niendo que afrontar una renovación total del maltrecho patrimonio. Poco a poco, y con el esfuerzo de todos sus hermanos, fue recuperando el esplendor de sus cortejos penitenciales. Los ingresos obtenidos con las lumina­rias, las limosnas recogidas con la taza de pedir (de­manda), o la venta de bienes donados por los hermanos se sumaron a nuevos sistemas, y comenzaron a organi­zarse numerosas rifas, conciertos y viajes cuyos benefi­cios fueron destinados a sustituir todo lo destruido. Así, entre 1940 y 1942, se confecciona un nuevo trono y se adquiere, probablemente en Granada, la nueva figura de Simón Cirineo, que sustituiría a la perdida el 18 de julio de 1936; una talla dieciochesca de candelero y me­diano interés artístico, que sólo conocemos gracias a unas pocas fotografías en las que aparece acompañando a la imagen del Nazareno.

En 1951, con la adquisición por parte de la parro­quia de la imagen de una Dolorosa encargada a fina­les de 1950 al imaginero sevillano Antonio Castillo Lastrucci, se incorpora un nuevo paso a la salida pe­nitencial del Jueves Santo por la noche; el de la Virgen de los Dolores. La nueva imagen, al amparo de la na­ciente hermandad de Ntra. Señora de los Dolores, procesionaba en trono propio a cargo del profesor José Díaz Mena, y repetía Estación de Penitencia la noche del Viernes Santo acompañando al Stmo. Cristo de la Sangre, titular de la hermandad del Santísimo Cristo de la Sangre y Santo Entierro de Cristo, segunda de las cofradías penitenciales de la villa de Arriate. La noche del Jueves, en la que acompañaba al Nazareno, era por­tada por hermanos horquilleros de la hermandad del Stmo. Cristo de la Sangre, y la del Viernes, por los de la Cofradía Ntro. Padre Jesús Nazareno, dando lugar a un simbólico hermanamiento entre las dos cofradías de localidad que, a la luz de historia, nada tiene que ver con la ancestral rivalidad y competencia que, llena de sutilezas, aún siguen manteniendo. Una curiosa cir­cunstancia que se vino produciendo, año tras año, hasta principios de la década de los setenta, en los que la profunda crisis vivida por la hermandad de Ntra. Se­ñora de los Dolores hizo desaparecer temporalmente este paso de la Semana Santa de Arriate.

Unos pocos años después, entre 1954 y 1956, se adquiere en Puerto Real un trono de segunda mano para la noche del Jueves Santo, y con él se elimina el tradicional sistema de horquillas, que sería sustituido por el actual, en el que el peso del trono descansa sobre una estructura provista de patas. No obstante, durante algunos años el antiguo sistema seguiría utilizándose en el trono utilizado para salida del Jueves Santo por la mañana.

A partir de los setenta vive la cofradía un periodo de gran actividad, siendo muchas sus nuevas adquisi­ciones y varios sus renovados empeños, que, ahora más que nunca, financia con la organización de numerosos viajes por toda la geografía peninsular y europea. Entre 1974 y 1977 construye su propia capilla - base de su ac­tual casa de hermandad - en la calle La Fuente, y en 1978 confecciona unos nuevos estatutos, que serían aprobados el 16 de noviembre de aquel mismo año por el obispado de Málaga. En 1980 adquiere un nuevo trono para la madrugada del Jueves Santo realizado por orfebre sevillano Manuel de los Ríos, y en 1981, bajo el impulso del cofrade Antonio Conde Ropero, vuelve a poner en la calle el trono de María Stma. de los Dolores, que, a partir de entonces, y hasta la fecha, lo haría bajo palio propiedad de la cofradía y portada por sus propios hermanos. Un proceso de intensa actividad religiosa que no cesará ya hasta nuestros días, con­tando con una destacada faceta músico-cultural enca­beza por su coro, que, organizado en la década de los 60, participa con sus cantos en los magníficos cultos de su cofradía y cuantas otras lo solicitan (entre ellas las hermandades de la Virgen de la Paz, Ntra. Señora del Rocío o Ntra. Señora de la Cabeza, en Ronda, la de Ntra. Señora del Prado, en la pedanía rondeña de Los Prados, o la Ntro. Padre Jesús Nazareno, de Alcalá del Valle), contribuyendo, sin lugar a dudas, al engrandeci­miento de la misma con composiciones que, entre di­ciembre de 2001 y enero de 2002, fueron grabadas en el que es su primer disco, titulado Misa Arriateña (estre­nado en la parroquia de San Juan de Letrán de Arriate el 17 de febrero de 2002).

Un coro que, como hemos adelantado, es parte in­dispensable en la celebración de los cultos internos de la cofradía, que constituyen, junto a las procesiones de Semana Santa, su principal razón ser, evidenciando, en su cuidado y realce, el esplendor de una cofradía que cuenta en la actualidad con más de 2.000 hermanos en una localidad que no sobrepasa los 4.200. Cultos que, a pesar de distribuirse a lo largo del año con la celebra­ción de la festividad del Dulce Nombre de Jesús (en la que la cofradía recibe a sus nuevos hermanos) o la Eu­caristía de todos los viernes del año (en la que recuerda a sus hermanos difuntos), tienen sus capítulos más destaca­dos llegado marzo; un mes en cuyo primer viernes se celebra el devoto besapié a Ntro. Padre Jesús Nazareno. Tras éste, en fecha variable, se celebra la tradicional Novena, que acaba todos los años con la celebración del Domingo de Jesús (Viernes de Jesús hasta 1977) día de la función principal de instituto y fiesta comu­nal de la cofradía, que, junto al Jueves Santo, es el día más importante de cualquier jesuista de Arriate. Un día en el que la Eucaristía de la novena se realza con la par­ticipación de músicos, corales y predicadores de pri­mer nivel; cantaores como Niño Bonela, Niño Canillas y Pepe de la Isla, que participaron en la misa flamenca celebraba el Viernes de Jesús de 1973, la Coral Santa María de Victoria de Málaga, que lo hizo en el primer Domingo de Jesús en 1978, el cantaor y catedrático Al­fredo Arrebola acompañado por el guitarrista Enrique Campos (Premio Nacional de guitarra), que cantó una nueva misa flamenca en 1979 o la Coral Vicente Espi­nel de Ronda, que actuó en 1 980.

Tras el Domingo de Jesús tienen lugar el Pregón Jesuista y la Comida Ho­menaje a los Hermanos Horquilleros, ambos actos instaurados en 2002, que dan paso, ya durante el Sá­bado de Pasión, al Solemne Traslado de la Imagen de Ntro. Padre Jesús Nazareno desde la parroquia de San Juan de Letrán a la capilla de la cofradía, en la que el ti­tular, precedido por el guión de la cofradía, es acompa­ñado por numerosos fieles a los sones de una banda o agrupación musical que suele variar cada año.

Llega la Semana Santa y la cofradía entra en ebu­llición; tras todo un año de espera se aproxima una nueva estación de penitencia de Ntro. Padre Jesús. El Lunes Santo se celebra un solemne Vía Crucis en la ca­pilla de la cofradía, y el Martes, tras la celebración de la Eucaristía, se dispone a la Sagrada Imagen para su ex­posición pública y recepción de la ofrenda floral de los arriateños, que desde 2001 - fecha oficial en que se con­formó este acto -se dirigen en masa a depositar sus flo­res a los pies del Nazareno. En la tarde del Miércoles Santo tiene lugar el sorteo de horquilleros, en el que, ante el capataz del trono de Ntro. Padre Jesús, se de­signa a los hermanos que lo portaran tanto en la pro­cesión de la mañana como en la de la noche; una práctica que, impuesta en torno a la pasada década de los setenta, anuló la antigua tradición, según la cual los hombres que pretendían tener el honor de portar a la sagrada imagen se personaban la noche anterior a su salida en la iglesia para atar un pañuelo a uno de los varales del trono señalando el lugar que ocuparían a la mañana siguiente.

Finalmente es Jueves Santo y todo está preparado. Raya el alba, son las 6:30 de la mañana y el Hermano Mayor de la cofradía se dirige a la puerta de la capilla del Nazareno; no hay lugar para nadie más en la calle La Fuente. Llama a la puerta y a la voz de “Paso a Jesús Nazareno” se abren las puertas; ahí está Ntro. Padre Je­sús, que desprovisto de su Cruz y con las manos atadas, representando el momento iconográfico de Jesús Preso, aguarda a recorrer las calles de Arriate. El primer penitente en salir a la calle porta la Cruz Guía y tras él un interminable río de capirotes blancos y largas colas moradas arrastradas por el suelo que llegará a alcanzar casi el kilómetro de largo.

Ntro. Padre Jesús, Jesús Cautivo, está en la calle, y comienzan a oírse los sones de magníficas bandas de música. Sonidos que a la largo de la historia han su­puesto uno de los signos distintivos de la Semana Santa de Arriate, que año a año, en un afán de superación que nace de la rivalidad entre sus dos cofradías, han con­ducido hasta esta pequeña población a algunas de las bandas más relevantes y pintorescas de toda España; una larga nómina que, en el caso de la Cofradía de Ntro. Padre Jesús, podemos esbozar citando las si­guientes: Banda Sinfónica del Cuerpo Superior de Policía de Madrid, Banda de Cornetas y Tambores del IV Tercio “Alejandro Farnesio” de la Legión de Ronda, Banda del Sagrado Corazón de Madrid, Banda de Cor­netas y Tambores del Regimiento de Marina de Cádiz, Banda de la Escuela de Guardia Jóvenes de Valdemoro, Asociación Filarmónica “Ntra. Sra. del Carmen” de Salteras (Sevilla), Agrupación Musical Aureliano del Real de Ronda, Banda de Música de Herrera (Sevilla), Agrupación Musical de Ntro. Padre Jesús de la Piedad en su Presentación al Pueblo de Jaén, Banda de Corne­tas y Tambores de Ntro. Padre Jesús Cautivo de Sevilla, Banda de Cornetas y Tambores “Coronación de Espi­nas” de Córdoba, o la Banda de Cornetas y Tambores Ntra. Sra. del Rosario de Arriate.

El itinerario es prác­ticamente el mismo desde el siglo XVIII (con la dife­rencia de que antes salía desde la parroquia), si bien han cambiado muchas de las maneras y tipos que el cortejo incorporaba hasta finales del siglo XIX o prin­cipios del XX, cuando (lo podemos comprobar en una antigua fotografía de finales del XIX) el trono de Padre Jesús iba acompañado de palio de respeto y el cortejo aún contaba con la concurrencia de diversas figuras alegóricas de la Pasión, que eran encarnadas por cofra­des ataviados con máscaras; similares, por poner un ejemplo muy conocido —aunque en grado muy dife­rente—, a las conservadas en la Semana Santa de locali­dades cordobesas como Puente Genil o Baena. Representaciones con origen en la litúrgica teatralizada del barroco, que en el caso de la cofradía del Nazareno de Arriate incorporaban al cortejo de su estación peni­tencial las figuras de judíos y sayones que increpaban a Jesús, la de la Verónica, María Magdalena, Judas o las alegorías de la Virtudes Teologales (Fe, Esperaza y Ca­ridad). Una catequesis visual e itinerante de la que sólo se ha conservado la presencia de un escuadrón de ro­manos y la recuperada —aunque desvirtuada— Bendi­ción desde lo alto del Callejón; una tradición, también de origen dieciochesco, que según aportación de las fuentes orales se celebrada en el lugar conocido como los “Molinitos’ desde donde la figura de Ntro. Padre Jesús, cuyo brazo derecho estaba pensado para poder ser articulado a voluntad mediante un sistema de cor­dajes, impartía su Bendición al pueblo, que se aglome­raba en la margen opuesta del río Guadalcobacín.”

Sobre las 11:00 de la mañana regresa Jesús Cautivo a su capilla, donde, nada más entrar, comienzan los preparativos para su segunda salida penitencial, que tendrá lugar a las 22:00 horas. Una Estación de Peni­tencia que Padre Jesús realizará en un trono diferente al utilizado en la mañana, soportando el peso de la Cruz en su hombro izquierdo, con la ayuda de Simón de Ci­rene y acompañado por la Virgen de los Dolores, con la que tendrá un emotivo encuentro en la plaza de la Constitución, momentos antes de entrar en la parroquia el trono de Ntro. Padre Jesús y en la capilla la de la Ntra. Señora de los Dolores.

Jueves Santo en Arriate que, a lo largo de los años, ha visto sucederse hechos relevantes recordados por todos sus cofrades. Así, son de especial mención el del año 1981, en el que una avioneta del ejército arrojó una lluvia de pétalos sobre la imagen de Padre Jesús cuando atravesaba el Callejón, o el de 2003, cuando la cantante Pasión Vega, como una devota más en la noche del Jue­ves Santo, dedicó una nana al Nazareno.

Una de las singularidades más evidentes de esta co­fradía la suponen sus hábitos, que a lo largo de los si­glos, y a pesar de sus modificaciones, han sabido conservar dos rasgos singulares que los convierten en retazos cargados de historia, simbolismo y artisticidad: su larga cola arrastrada por el suelo y sus cinturones. La cola, que surgió entre los hábitos nazarenos allá por el siglo XVI, cuando los penitentes que conformaban los cortejos procesionales se dividían aún entre los de luz (que portaban cirios) y los de sangre (disciplinantes, aspados o empalados), se comenzaría a usar en la Co­fradía de Ntro. Padre Jesús Nazareno de Arriate desde el momento de su fundación, en pleno siglo XVIII, y desde entonces viene siendo pieza capital en el hábito de sus hermanos; un componente cargado de simbolis­mos en consonancia con los predicamentos piadosos y expiatorios que impuso la contrarreforma barroca. Sentidos múltiples que se pueden dividir en tres. El pri­mero se refiere a la profilaxis espiritual del penitente, que en su andar deja atrás sus culpas y pecados, identi­ficados en la cola del hábito, que a su vez se impregna de la inmundicia pecadora visible simbólicamente en la suciedad que la cola recoge de las calles por la que pasaba. El segundo sentido también tiene relación con la limpieza del pecado, pues la suciedad física y espiri­tual que arrastran las colas, dejando al penitente y a su entorno físico libre de pecado, crean la pulcritud nece­saria para el paso de la Sagrada Imagen que tras ellos viene, actuando estos penitente como verdaderos ba­rrenderos espirituales que permiten que Jesús, portado y cortejado por hombres, no pise jamás su inmundicia pecadora. Por último, la cola es también un símbolo empleado a la hora de la muerte, pues en su origen, era utilizada por las cofradías y hermandades para cubrir los cuerpos de sus hermanos difuntos de pies a cabeza, de ahí su longitud, que de ese modo daban el paso definitivo hacía Jesús llevando consigo los pecados de su existencia física y penitente.” Un rico legado simbó­lico y espiritual que, aún siendo común a muchas her­mandades y cofradías de antigua fundación, se ha conservado en muy pocos lugares siguiendo su prístina disposición, que no es otra que la de portarse, suelta, arrastrada por el suelo (caso de Aguilar de la Frontera, en la que la lucen, como en Arriate, todas sus herman­dades, o Granada, donde persiste en su uso gracias a los penitentes de la hermandad del Silencio).

De otro lado tenemos los cinturones, que aún sin contar la profunda significación histórica, y simbólica, de la cola, es otra de las “joyas” de la cofradía, que sus­tituiría a los primitivos de esparto a partir del siglo XIX. Anchas piezas de terciopelo morado bordadas en hilo de oro y seda, y con aplicaciones de pedrería y len­tejuelas (existiendo casos peculiares en los que se pre­sentan pintados al óleo), que reproducen, en gran variedad de formatos y diseños, diferentes motivos vegetales y heráldicos relacionados con la cofradía (prin­cipalmente su escudo), la devoción a Jesús Nazareno (visible en su emblema) o el Sacramento de la Eucaris­tía (en forma de ostensorio). Piezas únicas, pues cada uno de ellos es diferente a los demás, que han sido ela­boradas por cientos de artesanas anónimas que, de ge­neración en generación, han sabido conservar su singular y rica artesanía. Un componente del hábito nazareno de Arriate (pues es compartido con la her­mandad del Stmo. Cristo de la Sangre) que, en casos particulares, ha dado lugar verdaderas obras maestras del bordado con más de un siglo de antigüedad; que cada cofrade guarda como una joya de incalculable va­lor sentimental que legará a su descendencia.”

En un principio la cola y el cinturón irían acom­pañados por túnica y antifaz sobre capirote cónico de color morado, pero poco a poco irían introduciéndose modificaciones. Las primeras atañerían al capirote, que en atención a una Cédula Real impuesta por Carlos II en 1692, que obligaba a los penitentes a llevar el rostro descubierto, desaparecería temporalmente a favor del capirote de capuchón caído, que, no obstante, dejaría de utilizarse a mediados del siglo XIX, dando paso de nuevo al de forma cónica, que preservaba el anonimato del penitente. Un hábito que no sufriría modificacio­nes sustanciales hasta mediado el siglo XX, cuando, en­tre 1954 y 1956, se cambia el color de los antifaces por el blanco y se introduce el uso de la capa —también blanca—; aunque ésta sólo sería portada por los miem­bros de la Junta de Gobierno y los portadores de insig­nias. Una modificación que daría pie a la disposición actual, que, en voz de la propia cofradía, se compone de la siguiente manera: antifaz blanco con escudo de la cofradía bordado en el pectoral, túnica morada con cola de 2 m., cinturón morado en terciopelo bordado en oro, cíngulos morados, zapatos negros y guantes blancos, portan capa blanca con escudo bordado en el antebrazo izquierdo los miembros de la Junta de Go­bierno y portadores de insignias.

Su escudo heráldico fue confeccionado por Vi­cente de Cadenas y Vicent, Cronista de Armas de la Casa Real, y muestra escudo terciado en palos, tim­brado por corono real. El primer tercio lo ocupa león de gules en campo de oro armado y coronado de azur (emblema de la casa de Hasburgo), el segundo, faja de plata sobre campo de gules (de la casa de los Austria), y el tercero, banda de gules cargada de tres águilas de oro en campo de oro (de la de Verona).

Son sus Hermanos Mayores Honorarios, por or­den de antigüedad, el IV Tercio “Alejandro Farnesio” de la Legión Española (cuyo nombramiento fue aceptado el 8 de septiembre de 1977 por el General Subinspector de la Legión D. José Jiménez Enrique), la Banda Sinfó­nica del Cuerpo Nacional de Policía (c. 1985), S.M. El Rey D. Juan Carlos 1 (que aceptó dicho nombramiento el 5 de noviembre de 1998) y la Congregación de Ma­dres de Desamparados y San José de la Montaña de Arriate (en 2000); la única que, hasta la fecha, ha reci­bido tal honor a perpetuidad. De otro lado, cuenta la cofradía con varios reconocimientos a su labor co­frade, cultural y piadosa, entre los que destacan los de la hermandad de Ntro. Padre Jesús Nazareno de Alcalá del Valle (Cádiz), con la que se hermanó el 11 de marzo 2005, las Madres de Desamparados de la Misión de San Cristóbal de Guatemala (septiembre de 2000), la Con­gregación de Madres de Desamparados y San José de la Montaña de Arriate (2000), el Escuadrón de Caballería del Cuerpo Nacional de Policía de Sevilla (c. 1990), la hermandad de Ntra. Señora del Prado (Los Prados, Ronda; c. 2000), o la Banda de Música Ntra. Señora de Palomares (2 de marzo de 1996).

El 26 de marzo de 2006, en conmemoración del 210 aniversario de la Bula Papal de indulgencias plena­rias concedida por el Papa Pío VI, le fue concedida a la cofradía la Medalla de Oro de la Villa de Arriate, de manos de su alcalde D. Bernardino Gaona.


PATRIMONIO ARTÍSTICO

Sede Canónica

Parroquia de San Juan de Letrán

Aunque constituida en 1510 mediante bula del papa Julio II, las primeras noticias de la parroquia de Arriate datan de 1629; fecha en la que los carpinteros Francisco Hernández y Andrés Balberde [sic] dieron forma a su primitiva armadura”. A mediados del XIX Madoz nos la presentaba como parroquia matriz que, a pesar pertenecer a la jurisdicción de Ronda, contaba con la del anejo de La Cimada, siendo servida por un cura y un teniente, con curato de 2º ascenso y de real presentación, tenencia de nombramiento del dioce­sano, un sacristán, un sirviente, dos acólitos y un orga­nista. No obstante, nada de su obra antigua se ha conservado, siendo en su totalidad obra moderna, fruto de la restauración llevada a cabo entre 1976 y 1978 (aunque ha sufrido alguna que otra posteriores). Su interior, de planta rectangular, presenta una única nave cubierta por techumbre de madera a dos aguas. A los pies se levanta coro elevado, y en la cabecera pres­biterio rectangular entre capillas de planta cuadrada que ocupan las imágenes titulares de las dos cofradías penitenciales de la localidad (Padre Jesús la del lado del Evangelio y Stmo. Cristo de la Sangre la de la Epístola). En su exterior destacan su portada principal y su torre. La primera se sitúa a sus pies, abriéndose a un pequeño atrio rectangular, y presenta acceso por medio de arco de medio punto entre pilastras de piedra caliza coro­nadas por frontón triangular partido rematado con hornacina que alberga en su interior escultura de San Juan. La torre, de cinco cuerpos, se muestra sencilla y de altura considerable, destacando los dos últimos (de campanas y reloj), que presentan decoración a base de pilastrillas lisas y entablamentos corridos en sus cuatro frentes; se corona con capitel.
El campanario actual de la parroquia referencia clave del “paisaje urbanístico” de la localidad fue proyectado por el aparejador Adolfo Izquierdo Marín en Septiembre de 1961 y tardó varios años en construirse por falta de recursos económicos, interrumpiéndose las obras, cuando se agotaba el dinero. Gracias a la tenacidad de D. Antonio Marañón pudo al fin inaugurarse el 22 de Agosto de 1965.

Fue construido por los maestros albañiles de Arriate Pedro Pimentel Domínguez (1914-1988) y Rafael Guerrero Sánchez (1918-1965), que modificaron parte de los planos en el transcurso de la obra. Antonio Mendoza González. “El hombre mosca”, pararrayista y campanero titular de la Parroquia del Divino Pastor de Sevilla, fue el encargado de colocar la veleta y las campanas.

D. Antonio Marañón Canovaca falleció en Málaga el 12 de Febrero de 1975. Había nacido en Alcalá la Real (Jaén) en 1911, y se había ordenado sacerdote el 12 de Julio de 1936. Ejerció su labor pastoral en el pueblo desde Julio de 1958, así como en los anejos de la Cimada, Los Prados, Parchite y Huertas Abajo. Los Arriateños lo recordaremos siempre, a parte de por su labor sacerdotal, por la reforma de la Iglesia y la construcción del nuevo campanario, símbolo emblemático de Arriate, llevados a cabo con gran esfuerzo y tenacidad.




Casa de hermandad

Cuenta la cofradía con una espléndida casa de her­mandad construida en torno a la Capilla de Ntro. Padre Jesús. Su construcción, de unos 460 m2de superficie útil, se inició el 24 de junio de 1984 con la compra de un so­lar colindante a la capilla a D. Antonio Gamarro Durán por valor de 1.100.000 pesetas, y no se concluyó de ma­nera definitiva hasta la década de los noventa.

Destaca la capilla, cuya construcción, a cargo del maestro de obras Miguel Escobar Viñas, se iniciaba el 10 de diciembre de 1975 con la compra de un local Francisco García Ramírez por valor de 200.000 pesetas, culminó el 3 de abril de 1977 con su bendición por el párroco de Arriate D. Antonio Morales Cruz.. Presenta una única nave rectangular de cubierta rasa que se cie­rra, en el testero que corresponde al presbiterio, con una extraordinaria puerta de vidriera montada sobre forja arriateña, que, coronada con el escudo de la cofradía entre anagrama de Jesús bajo paloma del Espí­ritu Santo e imagen del Cordero Místico, representa es­cena de la Epifanía entre ángeles ceriferarios. En su interior, además de exponer varios de sus enseres e in­signias, presenta dos cuadros de mediano tamaño del pintor local Antonio Cabrera mostrando la Resurrec­ción (latera! del Evangelio) y la Santa Cena (latera! de la Epístola). Su portada, de clásica estética andaluza y corte popular, muestra vano de acceso adintelado entre pilastras lisas color albero y remate en forma de espa­daña con vano de medio punto en su centro y esbeltos pináculos. Cuenta además con un gran salón de usos múltiples, sala de juntas, museo, archivo, secretaría y un pequeño patio abierto, y presenta acceso por dos calles; la de Jesús Nazareno y la de La Fuente.

Su capilla fue, durante los años en que la parro­quia de San Juan de Letrán permaneció en obras, punto de salida de diversos cortejos procesionales cele­brados en la villa (por ejemplo los del Corpus Christi e Inmaculada Concepción en l977), y cada Jueves Santo es punto de salida de las del Nazareno.





Imágenes titulares

Ntro. Padre Jesús Nazareno

Partiendo de datos históricos documentados que, a consecuencia de la destrucción de los archivos ecle­siásticos durante la Guerra Civil española, brillan por su ausencia, pero basándonos en lo que su realidad nos ofrece, podemos decir que la escultura de Ntro. Padre Jesús Nazareno es obra de escuela granadina de finales del siglo XVII o principios del XVIII, que, según noti­cias referenciadas en un libro de 1809 conservado en la cofradía, formaba parte del inventario de la misma ya en 1730.

Cuenta la leyenda que se ta­lló esta bella imagen en la casona arriateña de D. Pedro Manuel de Moctezuma Loaysa y de la Cueva, Marqués de Moctezuma y Señor de la Villa Arriate, donde ac­tualmente se ubica la residencia de ancianos de la Con­gregación de Madres de Desamparados y San José de la Montaña (donde una placa recuerda el hecho), y que se realizó bajo su encargo. Una cuestión que, referida a la posible donación de la imagen por parte del marqués a la naciente cofradía, guarda sustanciosos visos de reali­dad, pero no así en lo referente al lugar de creación, que desde un punto de vista científico resulta muy im­probable, ya que los imagineros solían moverse en torno al cerrado círculo del taller, en cuyo ámbito se desenvolvían con sumo rigor y eficacia.

Desde el punto de vista formal e iconográfico, re­presenta a Jesucristo con la cruz a cuestas camino del Calvario, donde posteriormente sería crucificado para redimirnos. Es imagen de vestir, y como tal presenta ta­lladas únicamente cabeza, manos y piernas, realizadas probablemente en madera de ciprés. Los brazos, arti­culados, se disponen, en el caso del izquierdo, soste­niendo elevadamente la cruz, mientras el derecho sería el que antiguamente utilizaría para impartir el rito, tan barroco, de la Bendición; una escenografía que, llevada
a cabo durante la Estación de Penitencia, ofrecía al conjunto una fuerte teatralidad litúrgica. Una singula­ridad que, hasta la intervención de los años ochenta, permitía observar el interesante sistema o mecanismo de cordones que impulsaba esta función.

Su figura, de tamaño semejante al natural (de unos 164 cm. de altura), se proyecta sobre un sencilla peana reaprovechada de una imagen anterior, se pre­senta en actitud itinerante típicamente granadina, avanzado el pie izquierdo sobre el derecho, y orien­tando éste último en forma oblicua. El cuerpo aparece sutilmente encorvado, encajando perfectamente con una expresión de resignación y dolor interiorizado, y, sobre todo, con una mirada absorta y de marcada in­clinación. Su modelado, tanto el de la cabeza, como el de pies y manos, es de gran maestría, combinando los volúmenes redondeados y tersos en párpados, pómu­los y boca, con planos angulosos en nariz y arcos cilia­res. Una larga y bífida barba de finos mechones enmarca la boca, que se presenta abierta y suplicante, permitiendo vislumbrar la dentición superior.

La policromía primigenia, conservada en las ex­tremidades inferiores, presenta tonos rosáceos, mien­tras que la que actualmente cubre sus zonas visibles lo hace en marfileños que acentúan su palidez. Los rastros de sangre, que aparecen en forma de finos hilos y es­cuetas gotas en frente, ojos y cuello, no son abundan­tes, aunque es significativo el hematoma que muestra en su mejilla izquierda. Se completa la imagen con pos­tizos como lágrimas de cristal (tres en su mejilla iz­quierda y dos en la derecha), cabellera (confeccionada en 1809 por un valor de 15 reales y restaurada en 1999 por Victoria Falcón Rodríguez) y pestañas naturales, que, gracias a su naturaleza, incrementan el profundo realismo patético de la obra.

Un compendio de características que, como ade­lantábamos, nos llevan a pensar que se trata de obra re­alizada entre finales del siglo XVII y principios del XVIII, y salida del círculo granadino de los Mora. Una saga de escultores que, comenzada por Bernardo de Mora, continuarían sus hijos José y Diego; discípulos, junto al entonces joven Pedro de Mena, del afamado Alonso Cano. Bernardo se ciñó a una extensa labor de taller, en la que repetiría modelos de los más célebres escultores del momento, mientras José, a quien tradi­cionalmente se ha atribuido esta imagen, abandonó el taller familiar en 1684, alcanzando su producción altas cotas de calidad. No obstante, y tenor de las aprecia­ciones formales, plásticas y pictóricas expresadas por diversos especialistas en la materia, la atribución de la figura de Ntro. Padre Jesús Nazareno de Arriate a José de Mora, no parece acertada, y nos alejan de la posibi­lidad de estar ante una talla emanada de la mano di­recta del maestro para conducirnos, de un modo incuestionable a su círculo más directo. En cualquier caso, se trata de un testimonio escultórico de primer nivel e indudable valor artístico, caracterizado por un sentimiento dramático hondamente contenido, propio de la lírica interpretación del dolor afrontada por la imaginería barroca granadina.

Se conocen hasta cuatro procesos de restauración referidos a esta imagen. El primero, cuyos datos concre­tos se desconocen, tendría lugar a finales del siglo XVIII, y consistió en un repinte sobre su encarnadura. Tras éste, en septiembre de 1936, y a consecuencia de los destrozos producidos en la imagen durante la Guerra Civil, tuvo lugar el segundo a cargo del carpintero local Rafael Se­rrano Higuero, quien entrelazó las extremidades que le habían sido amputadas y talló un nuevo dedo índice para su mano izquierda y pequeño fragmento del cue­11023. El siguiente, entre 1988 y 1989, lo efectuó Matilde Rubio Barroso, actual conservadora del Museo Nacional de Escultura de Valladolid que por aquellos años se ha­llaba trabajando en Ronda, quien sustituyó su primitiva peana (fuertemente atacada por los xilófagos) y retiró los cordajes que permitían la articulación de los brazos ade­más de realizar una concienzuda labor de consolidación, limpieza y recomposición de toda la obra. Por último, en 1999, sufrió la intervención del sevillano Francisco Ber­langa de Ávila, que retalló su cintura y le dio una nueva encarnadura retirando previamente las capas anteriores; la primitiva incluida. Restauración esta última que su­puso el traslado de la imagen de Ntro. Padre Jesús Naza­reno a Sevilla (único en toda su historia), dando pie, a su regreso a Arriate, a una de las pocas procesiones extraor­dinarias, quizás espontánea que se recuerdan.

Virgen de los Dolores

La actual imagen de Ntra. Señora de los Dolores, titular de la hermandad de Ntra. Señora de los Dolores que venía a sustituir a la destruida el 26 de febrero de 1936, fue encargada por el cura párroco de Arriate, D. José Parra Grossi, el 8 de noviembre de 1950 al imagi­nero sevillano Antonio Castillo Lastrucci, que la ten­dría terminada en los primeros días del mes de febrero del año siguiente por un total de 3.000 pesetas, dándo­sele 1.000 a cuenta en el momento del contrato.
Es talla de candelero, presentado talladas única­mente la mascarilla y las manos, realizada en madera de pino y con una altura, sin corona, de 150 cm. Em­parentada estética y formalmente con las Dolorosas efigiadas por este imaginero durante la última etapa de su producción, donde se hacen evidentes las manos del taller y un marcado amaneramiento en las formas, Ntra. Señora de los Dolores es imagen de mujer joven, casi adolescente, de bellas facciones, rostro ovalado y carnación tostada.
Muestra la cabeza levemente inclinada hacia el costado derecho, los ojos, en cristal, de color marrón y luciendo largas pestañas postizas, ligeramente entor­nados, arco ciliar pronunciado y entrecejo suavemente fruncido, y la boca entreabierta, mostrando la denti­ción superior; rasgos que, entre mejillas recorridas por tres voluminosas lágrimas (dos en su mejilla derecha y una en la izquierda), son los vehículos que convierten a María en la Madre que, con dolor resignado y conte­nido, asiste a la Pasión del Hijo.
Las carnosas manos, del tipo conocido como co­loquial (manos abiertas y dedos ligeramente flexiona­dos), portan manípulo (pañuelo de blonda o seda y encajes con el que, en sentido figurado, enjuga sus lá­grimas) en la derecha y rosarios en la izquierda.

Imágenes secundarias

Simón de Cirene

Escultura adquirida por la cofradía entre 1940 y 1942, es una imagen anónima de candelero y brazos ar­ticulados, realizada en madera de pino y de 175 cm. de altura. Pese a su naturaleza iconográfica se presenta er­guido, ayudando a Jesús a soportar el peso de la Cruz en actitud itinerante, adelantando su pierna izquierda y girando levemente el torso hacia la derecha para asir el Madero. Su gesto, visiblemente inexpresivo, delata un modelado blanco y de volúmenes muy redondea­dos, que se complace en la búsqueda de una expresión de abandono y pesar que vemos especialmente refle­jado en sus ojos tristes y su boca entreabierta. Acom­paña al Nazareno en su salida penitencial de la noche del Jueves Santo.

Tronos procesionales

Evolución histórica

Tomando como base las fotografías más antiguas conservadas, son tres los tronos que ha tenido el Naza­reno antes de la adquisición de los actuales. El primero de ellos, utilizado entre finales del siglo XIX y princi­pios del XX, era extremadamente simple; unas andas o parihuelas en madera dorada, de pequeño y estrecho cajillo rectangular, a las que se incorporaban dos lar­gueros a modo de varales para ser portado según el an­tiguo sistema de horquillas. Prácticamente lisas, y sin ornamentación, pues la única inclusión de este tipo consistía en una solitaria cabeza de querubín situada en su frontal.

El siguiente, adquirido siendo Mayordomo de la cofradía José Márquez Prieto (1929-l93l), presenta un diseño que, pese a su simplicidad, se presentaba bastante más elaborado. Al igual que el anterior, eran unas andas de dos varales sustentadas por horquillas, pero su desarrollo formal y decorativo era de mayor complejidad, contando con dos cuerpos e iluminación. La mesa, sumamente estrecha y de perfiles moldura­dos, con dados de madera conformando un friso den­ticulado en su línea superior, y con una esquemática cartela con el emblema de Jesús sobre nubes en su cen­tro, mostraba en sus vértices unos peculiares pinjantes que pendían de su base. La peana, de mayor altura pero menos superficie, era de planta ochavada y se decoraba con paneles de madera tallada conformando vistosos roleos. Por último, la iluminación, que venía confor­mada por dos grandes candelabros metálicos de for­mas vegetales (de tres brazos y cuatro puntos de luz), y eran iluminados mediante baterías, se disponía sobre dos pequeños pedestales situados en el frontal de la mesa, siguiendo su mismo esquema decorativo de molduraciones y dados.

En 1936, a consecuencia de los sucesos acaecidos durante la Guerra Civil, desaparecen las andas que aca­bamos de comentar. La cofradía, que hubo de reponer la mayor parte de sus enseres, necesitaba un nuevo trono para Padre Jesús que sustituyera las simples pa­rihuelas en las que procesionó entre 1937 y principios de los cuarenta, y lo encontró en su propio seno, pues fue uno de sus hermanos quien, haciendo gala de su buen oficio y devoción, lo confeccionó para la cofradía bajo donación de Juan Sánchez Conde (Mayordomo de la cofradía entre 1935 y 1939). Dicho hermano era el carpintero local Rafael Serrano Higuero, y el trono - el de mayor envergadura hasta el momento - el con­servado por la cofradía en la sala de juntas de su casa de hermandad; un trono de horquillas y tres varales re­alizado en madera entre 1940 y 1942, que, en la actua­lidad, ha sido rehabilitado como gran mesa de reuniones. Presenta dos cuerpos: el primero, de perfiles rectos y planta ochavada, ornamentado con cartelas doradas en el centro de sus ejes, dos paneles de talla ve­getal en cada uno de los flancos y pequeñas cabezas de querubines alados en sus esquinas, realizaba las funcio­nes de cajillo; el segundo, troncopiramidal y rematado con grandes volutas en sus vértices, las de peana. Pro­cesionó como único trono de la cofradía hasta princi­pios de los cincuenta, portando al Nazareno en sus dos salidas penitenciales, y hasta 1981 en la mañana del Jueves Santo.

Tronos procesionales en la actualidad

Ntro. Padre Jesús Nazareno

Posee la cofradía dos tronos para Ntro. Padre Je­sús; uno para cada una de sus salidas penitenciales. El de mayor antigüedad es el que la actualidad procesiona en la noche del Jueves Santo. Fue adquirido entre 1954 y 1956 en Puerto Real (Cádiz), siendo Mayordomo de la cofradía Melchor Conde Cabrera y, según diversas informaciones, perteneció al misterio de la Santa Cena de la mencionada ciudad gaditana. Un trono de gran envergadura sobre cuatro varales que, en el discurrir de los años, ha sufrido numerosas modificaciones; de he­cho, de su primitiva configuración solamente conserva sus paneles de orfebrería —aunque dorados— y las pe­queñas columnas salomónicas, siendo el resto obra del taller lucentino Hermanos Angulo, que lo realizó entre 1992 y 1995, siendo Mayordomo José Valadez Becerra. Su cajillo, con base en madera de caoba, totalmente rectangular y delimitado por pronunciados baqueto­nes de orfebrería repujada, se articula mediante pane­les de orfebrería calada sobredorada entre columnillas salomónicas, presenta gran cartela con el emblema de Jesús en su frontal (obra de orfebrería realizada en la década de los sesenta) y cuatro grandes arbotantes de orfebrería repujada y siete brazos en sus esquinas como iluminación. Pese a haberse dedicado en exclusiva a la procesión del Jueves Santo por la noche, existen docu­mentos fotográficos que confirman que, en alguna que otra ocasión, procesionó en la de la mañana (segura­mente en los años más próximos a su fecha de adquisi­ción; entre 1954 y 1958).

El segundo, y más destacado, adquirido para la procesión del Jueves Santo por la mañana, es obra del sevillano Manuel de los Ríos. Fue contratado en Sevilla por una comisión de la cofradía (conformada por Mi­guel y Melchor Gómez González, Antonio Conde Ro­pero, Salvador García Pimentel y Jerónimo Serrano Domínguez) el 8 de junio de 1980 por un total de 1.125.000 pesetas, llegó a Arriate 11 de marzo de 1981, y fue bendecido en la parroquia de San Juan de Letrán por el Rvdo. D. Antonio Morales Cruz el 4 de abril de aquel mismo ano (Domingo de Ramos). En estilo neo-barroco, es trono de forma troncopiramidal en metal blanco repujado con baño de plata que incorpora en sus esquinas las figuras de cuatro ángeles portando atribu­tos de la Pasión, presentando dos cartelas doradas en cada uno de sus laterales y escudos de la cofradía en frontal y trasera. Se completaba con una amplia peana ochavada, pero no sería hasta el 3 de abril de 1984 que alcanzara su configuración actual con una mesa y cua­tro grandes guardabrisas de dos cuerpos en orfebrería plateada elaborados en Lucena por los Hermanos An­gulo. Un trono que en la Semana Santa de 2007 pre­sentará una nueva reforma de la mano Manuel de los Ríos, que en la actualidad reforma la caja y labra una nueva mesa para dejar la actual a la Virgen de los Do­lores.

Virgen de los Dolores

Procesiona la Virgen de los Dolores desde 1981 —fe­cha en que, tras muchos años, volvió hacer Estación de Penitencia junto al Nazareno en la noche del Jueves Santo— en trono cuya base es la mesa del empleado hasta 2006 por Padre Jesús en su procesión de la mañana del Jueves Santo. Lo hace bajo palio de doce varas de orfebrería plateada adquiridas el 26 de mayo de 1986 a Manuel de Ríos, soportando palio en terciopelo corinto obra del ta­ller de Carmelitas Descalzas de Cañete la Real, con es­cena de la Asunción pintada al óleo por Ana María Ruiz Miramón a modo de gloria, y luciendo manto del mismo tono realizado en Pilas (Sevilla) por Bordados. Rodríguez. Palio, bambalinas y manto que fueron reali­zados en 1996, aunque han sufrido, en el caso del palio, la intervención posterior de hermanas bordadoras de la cofradía, que dieron forma a su decoración en 1999.

Entre 1981 y 1986 lo hizo palio verde cedido por la hermandad de Ntro. Padre Jesús Atado a la Columna y María Stma. de la Esperanza de Ronda (que, junto a las varas de palio —de la misma hermandad—, adquirió posteriormente y aún guarda entre su patrimonio), y entre 1987 y 1995 bajo palio y manto que pertenecie­ron a María Stma. de la Soledad, cotitular de la her­mandad de Ntro. Padre Jesús Nazareno de la cercana localidad gaditana de Alcalá del Valle.



Ajuar

Ntro. Padre Jesús Nazareno

Orfebrería

- Broche pectoral en plata repujada en su color. Interesante obra del siglo XVIII, presenta marcas des­conocidas (dos; una de ellas, la más legible, en forma de sol), aunque identificables como de escuela hispa­noamericana, probablemente mexicanas, que se justifi­can en el origen azteca de los Marqueses de Moctezuma; Señores de Arriate, protectores de la cofradía durante el siglo XVIII y comitentes de la figu­ra del Nazareno. De forma elíptica, rodeado por friso de nubes y terminado en ráfaga de rayos, se compone su centro como un medallón convexo de superficie punteada sobre el que aparecen, repujadas, las letras que conforman el anagrama de Jesús (‘J.H.S.”) coronadas por cruz latina sobre los tres clavos y la corana de espinas de la Pasión.

- Broche pectoral de oro en forma de Sol conte­niendo el anagrama de Jesús (“J.H.S.”); obra realizada por el orfebre sevillano Antonio Marmolejo con mate­riales (alhajas), tasados en 220.000 pesetas, donados exclusivamente por los hermanos de la cofradía. Fue bendecido el 18 de marzo de 1979 en la parroquia de San Juan de Letrán.

- Potencias en alpaca plateada del siglo XIX; obra anónima. Las portó el Nazareno hasta la adquisición de las actuales.

- Potencias de salida; plata sobredorada y pedre­ría. Obra de Manuel de los Ríos (c. 1975-1979).

- Cantoneras (o casquetes) de su Cruz Procesio­nal; obra de orfebrería en plata sobredorada de Manuel de los Ríos.

Bordados

- Túnica caudal del siglo XVIII; obra de destacado valor histórico-artístico que presenta profusos borda­dos en hilo de oro sobre terciopelo morado y amplio cordón con inclusión de espejos en sus nudos. Sus bor­dados fueron traspasados a su base actual en Sevilla en­tre 1965 y 1970.

- Túnica talar de finales del siglo XIX; bordados en oro sobre terciopelo morado. (En la actualidad no se procesiona, permaneciendo expuesta en la sala de jun­tas de la casa hermandad de la cofradía).

- Túnica de capilla, en terciopelo morado con de­coración de apliques en oro. Obra de las Carmelitas Descalzas del convento del Santísimo Sacramento de Cañete la Real (c. 1984).

1 Juego de potencias de plata sobredorada.

- Túnica de capilla en terciopelo morado liso. Obra confeccionada por el modisto sevillano José Ma­ría Montes (1999).

- Escapulario bordado del siglo XIX. (En la actua­lidad no se procesiona).

Otros

- Cruz procesional, arbórea y de sección cilíndrica en material cilíndrico, con remates o cantores en orfe­brería sobredorada (1995-1998).

- Corona de espinas en material lignario; obra anónima del siglo XIX. (No se procesiona).

- Antigua cruz procesional; lisa, de sección octo­gonal y realizada en madera de pino, con remates me­tálicos dorados en forma de pericón. Realizada en 1937 por el carpintero local Rafael Serrano Higuero (1937). (En la actualidad se conserva en el pequeño museo de la casa de hermandad).

- Melena de pelo natural; obra de Victoria Falcón Rodríguez (Sevilla, 1999).n

Virgen de los Dolores

- Puñal en plata sobredorada y pedrería; obra de Manuel de los Ríos donada a la cofradía por uno de sus miembros (2002).

- Rosario en plata calada con cuentas de nácar; obra anónima de finales del siglo XIX o principios del XX.

- Saya en terciopelo corinto con aplicaciones en oro, obra de las Carmelitas Descalzas del convento del Santísimo Sacramento de Cañete la Real (1996)

Aún sin pertenecer a la cofradía de Ntro. Padre Je­sús Nazareno, cabe destacar dentro del ajuar de esta imagen (que como sabemos cuenta con su propia co­fradía) su corona de tipología imperial en plata sobre­dorada, obra de mediados del siglo XX de autor desconocido, y su broche pectoral en forma de cora­zón; obra anónima del siglo XVIII en plata sobredo­rada a la que posteriormente se añadió puñal de factura moderna e inferior categoría artística.

Insignias y enseres destacados

Platería y orfebrería

- Demanda o taza de pedir en plata de ley. Obra singular de especial valor histórico que presenta, rema­tando un pequeño astil que surge del centro de la taza, un bello medallón. En su anverso muestra altorrelieve cincelado con la imagen Ntro. Padre Jesús Nazareno siguiendo el modelo real atribuido de José de Mora, y en su reverso bajorrelieves incisos con diversos elementos y objetos pasionistas (gallo, sierra, clavos, martillo, te­nazas, escalera y jarro). Realizada en Málaga por el pla­tero A. Muñoz (¿?), presenta la marca del fiel contraste marcador Juan de Reina Laguna, siendo por lo tanto obra fechada entre 1790 y 1825; intervalo temporal en que ocupó dicho cargo. No obstante, una marca par­cialmente borrada en el filo de taza donde se pueden reconocer fácilmente los dígitos 1, 8 y 0 nos sugieren que se trata de una pieza marcada cronológicamente entre 1800 y 1809.”

- Relicario de Ntro. Padre Jesús (contiene los res­tos de la primitiva policromía y astillas del Titular que le fueron retiradas en el transcurso de la restauración de 1999). Obra en plata repujada realizada por Manuel de los Ríos (2000).

- Relicario con los restos de la Beata Petra de San José (Madre Petra) cedido por la Congregación de Ma­dres de Desamparados y San José de la Montaña de Arriate para procesionar a los pies de Ntro. Padre Jesús Nazareno desde el año 2000; obra anónima en plata de la primera mitad del siglo XX.

- Libro de Reglas; orfebrería plateada sobre tercio­pelo morado, obra de Manuel de los Ríos (2006).

- Cruz Guía; lisa, de sección rectangular y con apliques y cantoneras en orfebrería plateada, obra de Manuel de los Ríos (30 de marzo de 1980).

- Faroles de pie para acompañar a la Cruz Guía; orfebrería en metal plateado de Manuel de los Ríos (c.1980)

- Pareja de ciriales; orfebrería plateada de Manuel de los Ríos (c. 1990).

- Bocinas; orfebrería plateada de Manuel de los Ríos y paños en terciopelo morado con remate de fle­cos de oro luciendo escudos de la cofradía de las Car­melitas Descalzas de Cañete la Real (1998).

- Cetro del Mayordomo-Hermano Mayor en plata sobredorada. Sobre vara repujada y artística macolla presenta galleta conformada por corona de espinas que, rematada con cruz latina, contiene en su interior emblema de Jesús, en su anverso, y relieve con la figura del Nazareno, en su reverso. Regalo del orfebre sevi­llano Manuel de los Ríos (1981).

- Varas de representación en orfebrería plateada, de Manuel de los Ríos (1980-1986).

- Medallas de la Junta de Gobierno; 27 piezas en orfebrería cincelada de Manuel de los Ríos, que las re­galó a la cofradía en 1981.

- Pedestal y seis candelabros plateados y con apli­caciones sobredoras para la capilla de Ntro. Padre Jesús Nazareno en la parroquia de San Juan de Letrán; ad­quiridos en 3 de febrero de 1984 a los talleres de los hermanos Angulo (Lucena, Córdoba).

Bordados

- Antiguo estandarte corporativo (Guión); borda­dos en oro sobre terciopelo morado, obra del siglo XIX.

- Estandarte corporativo; escudo de la cofradía y decoración vegetal bordados sobre terciopelo morado por Miguel Ángel Almeida González (2006).

- Guión; bordados en oro sobre terciopelo morado obra de las Hermanas Carmelitas Descalzas del convento del Santísimo Sacramento de Cañete la Real (1996).

- Estandarte de Ntro. Padre Jesús Nazareno, borda­dos en oro sobre terciopelo morado realizados por las Hermanas Franciscanas del convento del Patrocinio de Ronda, y óleo con la efigie del Nazareno de Ana Montes (1972).

- Bandera, pasamanería dorada y escudo de la co­fradía sobre terciopelo morado. Obra de las Hermanas Carmelitas Descalzas del convento del Santísimo Sa­cramento de Cañete la Real (c.1996-1998).

- Senatus (S.P.Q.R.), bordados en oro sobre tercio­pelo granate obra de las Hermanas Carmelitas del con­vento del Santísimo Sacramento de Cañete la Real (1973).
- Capas de terciopelo bordadas en oro para la sec­ción de romanos; obra de la Madres Carmelitas Des­calzas del convento de Santísimo Sacramento de Cañete la Real (26 de mayo de 1986).

Otros

- Antigua Cruz Guía en madera tallada y policro­mada; obra de Rafael Serrano Higuero (1940-1942).

- Antiguos faroles que acompañaban a la Cruz Guía; realizados en madera y latón y pintados en blanco fueron realizados por Rafael Serrano Higuero (1940-1942).

- Galería en madera tallada de cedro en su color para el dosel del altar de cultos; obra de estética clásica compuesta por roleos vegetales que custodian en el centro el escudo de la cofradía, se debe a la gubia de Jo­aquín Márquez Martínez (2001).

- Medalla de oro de la Villa de Arriate; concedida a la cofradía por el Excelentísimo Ayuntamiento de Arriate de manos de su alcalde D. Bernardino Gaona López el 26 de marzo de 2006 en conmemoración del 210 aniver­sario de la concesión de la Bula Papal de indulgencias plenarias concedida por el Papa Pío VI.

- Juego de cáliz y patena regalo de la Congregación de Madres de Desamparados y San José de la Montaña de Arriate; nombrada Hermana Mayor Honoraria a
perpetuidad de la cofradía el año 2000.

Composiciones musicales

- “Himno de la Real, Muy Antigua y Venerable co­fradía de Ntro. Padre Jesús Nazareno”; arreglos e instru­mentación sobre composición preexistente de José Susi López; director de la Banda Sinfónica del Cuerpo Na­cional de Policía (Madrid, marzo de 1995).

- “Ntro. Padre Jesús Nazareno”, marcha procesional basada en los ancestrales toques de los “auroreros” de Arriate dedicada a la cofradía por José Susi López, su compositor. (c. 1996).

- “Al Señor de Arriate”, marcha procesional compuesta por D. J.J. Punta, autor entre otras de “A ti Manuel y Caridad del Guadalquivir”; composición realizada a instancias del Sr. Toscano, Director de la Asociación Filarmónica Ntra. Señora del Carmen de Salteras.. Obra estrenada el 18 de Septiembre de 2007 con motivo de la conmemoración del XXV aniversario de la reiniciación de la salida en procesión de Ntra. Señora de los Dolores.